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Traductor: Juan Flavio de Sousa
Reseña de
Celebridades por Jesús: Cómo los personajes, las plataformas y los beneficios están perjudicando a la Iglesia
por Katelyn Beaty
(Brazos Press, 2022)
En octubre de 2022, el rapero, compositor, productor discográfico y diseñador de moda Kanye West concedió una entrevista a Tucker Carlson en Fox News. Este encuentro entre famosos encendió los medios de comunicación durante días, provocando un sinfín de comentarios y reposteos. Dado que West afirmó haberse convertido al cristianismo en los últimos años, los cristianos prestaron mucha atención a sus comentarios. Después de todo, ¿qué mayor celebridad afirma que «Jesús es Rey» (el título de su lanzamiento musical de 2019)?
Pero influencia no significa sabiduría. West divagaba, cambiaba de tema inexplicablemente y no era muy elocuente. Descubrimos que estaba a favor de la vida y que «actúa para una sola audiencia, que es Dios».1 Bien por él. Pero su condición de multimillonario artista de éxito, incluso unida a una fe recién descubierta, no se aproximaba al conocimiento, la sabiduría y la capacidad de expresión de miles de desconocidos pastores evangélicos de los Estados Unidos.
Jesús advirtió: «¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas» (Lucas 6:26). 2 La popularidad tiene su lado negativo y la celebridad sus peligros, como advierte la autora y editora Katelyn Beaty en su oportuno y perspicaz libro «Famosos por Jesus: Cómo los personajes, las plataformas y los beneficios están perjudicando a la Iglesia» (Celebrities for Jesus: How Personas, Platforms, and Profits Are Hurting the Church) (Brazos Press, 2022). En su celo por «alcanzar a la gente» para Cristo, los cristianos pueden tomar atajos, volverse orgullosos e incluso traicionar las normas más profundas de la vida cristiana y del ministerio evangélico. Esto, por supuesto, es tristemente común y ha sido un problema desde el principio de la iglesia. Al escribir sobre las cualificaciones de un anciano en la iglesia, Pablo advierte que no sea: «…un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo» (1 Timoteo 3:6-7). El diablo tiene bastante interés en derribar a los líderes cristianos y a menudo tiene éxito. Como tal, no debe estar contento con Famosos por Jesús, ya que expone y responde a las tentaciones de la celebridad cristiana en una cultura impulsada por los famosos.
Fruto de la virtud. Beaty señala que la fama siempre ha existido y que el «tipo correcto de fama surge de una vida bien vivida, no de una marca bien cultivada. En el mejor de los casos, la fama es un subproducto de la virtud, el efecto más que el objetivo de vivir una vida virtuosa» (p. 8). Rosa Parks se hizo famosa simplemente por negarse a ceder su asiento en el autobús a un blanco en Montgomery, Alabama, en diciembre de 1955, un acto que revitalizó el movimiento por los derechos civiles y la llevó a la fama. Ella dijo: «Me gustaría que me recordaran como una persona que quería ser libre y que quería que los demás también lo fueran» (p. 9). Y así ha sido.
Celebridad. Beaty define la celebridad como «poder social sin proximidad» (p. 17). Las celebridades, cristianas o no, influyen en muchos a través de medios impersonales en gran medida, como grabaciones musicales, grandes discursos, venta de libros y otros medios de comunicación. Y añade: «Tener un inmenso poder social y poca proximidad o cercanía es un lugar espiritualmente peligroso para cualquiera de nosotros» (p. 19). Por «proximidad», Beaty se refiere a la interacción personal con aquellos a los que uno influye. También advierte de famosos cristianos como Ravi Zacharias, Mark Driscoll y Bill Hybels, cuyo éxito les alejó de la proximidad de amigos íntimos y honestos, y de otros líderes que les harían rendir cuentas ante las normativas piadosas, lo que dio lugar a abusos de poder y, en el caso de Hybels, y especialmente en el de Zacharias, a graves conductas sexuales inapropiadas.
El gran evangelista Billy Graham (1918-2018) se convirtió en una celebridad al principio de su ministerio, pero tomó precauciones para evitar los peligros del dinero, el sexo y el poder. Utilizó sabiamente los medios de comunicación a su alcance durante todo su ministerio y se resistió a la arrogancia y al escándalo. Podía aparecer en programas de televisión charlando con famosos de Hollywood, aconsejar a presidentes y seguir siendo fiel al Evangelio.
La regla de Billy Graham. Beaty habla de la conocida «regla de Billy Graham», relativa a su conducta moral (p. 37-38). Graham nunca se reuniría a solas con una mujer que no fuera su esposa, ni en público ni en privado. De igual o mayor importancia era el principio de que él no controlaría el salario ni las finanzas de su ministerio. Esto se asignaría a un órgano de gobierno. En los últimos años, se supo que el vicepresidente Mike Pence se adhirió a la misma práctica con respecto a su matrimonio. Beaty critica esta práctica, ya que, según ella, puede negar a las mujeres un acceso provechoso a hombres influyentes. Además, la considera degradante porque pone a todas las mujeres en el papel de seductoras potenciales y porque puede hacer parecer castos a hombres que no lo son. Sin embargo, sus críticas parecen ingenuas, ya que los hombres (y mujeres) conocidos necesitan evitar tanto la apariencia de indecencia como la propia indecencia. Dudo que la regla de Graham impidiera a las mujeres el acceso a los sabios consejos de los hombres, ya que podrían recibirlos en otros entornos que no fuesen persona a persona. Cuanto más prominente es un líder, mayor debe ser su preocupación por evitar situaciones moralmente cuestionables, ya que algunos enemigos del evangelio pueden salir a tenderles una trampa. Tales intentos se han hecho — y ciertamente fracasaron— contra Charles Colson y Josh McDowell. Lamentablemente, el caso contra Ravi Zacharias se demostró cierto, como Beaty analiza, y su trabajo terminó en catástrofe y desgracia. El ministerio multimillonario que fundó se disolvió y docenas de apologistas quedaron desamparados.
Beaty hace referencia a los sabios teóricos de los medios de comunicación en sus reflexiones sobre la fama moderna, ya que ésta es imposible sin la influencia y el conocimiento de los medios. Como escribió Daniel Boorstin en La imagen (The Image) (1962), «La celebridad es una persona que es conocida por su notoriedad… ha sido fabricada a propósito para satisfacer nuestras exageradas expectativas de grandeza humana» (p. 13). Las imágenes se construyen, las marcas se seleccionan y conservan y las audiencias se invitan, mantienen y aumentan. Puede tratarse más de cuota de mercado que de carácter, más de finanzas que de teología, más de popularidad que de integridad. Beaty también hace referencia al clásico de Neil Postman de 1985, «Divirtiéndonos hasta la muerte» (Amusing Ourselves to Death) (Viking Penguin), para señalar en relación con el uso de la televisión por parte de Billy Graham que, en sus palabras, «el medio no solo transmite un mensaje; cambia el mensaje. Un medio diseñado para el entretenimiento transformará el evangelio en un mensaje de entretenimiento» (p. 33).
Aunque Beaty no habla de esto, me he dado cuenta de que algunos apologistas en redes sociales son mejores en la construcción de una imagen y una plataforma de lo que son en la apologética en sí. Es decir, carecen de formación formal, libros publicados, etc., pero son hábiles en el desarrollo de una plataforma atractiva. Son más conocidos por crear una tribuna que por su trayectoria o sus conocimientos. Hace poco le dije a un joven graduado de mi seminario que no desarrollara ninguna plataforma pública hasta que se hubiera establecido en el ministerio y hubiera madurado en el mismo.
Escritura fantasma. Como autor de muchos libros a lo largo de muchos años, fue doloroso para mí leer el capítulo de Beaty, «Persiguiendo plataformas» (Chasing Platforms), que expone la escritura fantasma y el plagio como algo común entre los autores cristianos famosos. La mentalidad de los famosos puede impulsar a la deshonestidad en estos asuntos. La gente quiere leer libros escritos por cristianos conocidos, pero estas celebridades pueden no tener o no tomarse el tiempo para escribir realmente los libros. En algunos casos, no pueden hacerlo. La solución es contratar a un escritor fantasma para que escriba el libro, que, sin embargo, lleva el nombre famoso y no el del escritor fantasma. El objetivo de ser un fantasma es ser invisible. La celebridad puede recibir hasta 500.000 dólares por firmar un contrato para un libro y pagar al duende literario solo una tarifa fija de 50.000 dólares (p. 106). Beaty se opone a esta práctica a menos que (1) se mencione que el escritor fantasma ha contribuido al libro y (2) se le compense justamente. Pero esto confunde las cosas, ya que escribir como fantasma significa ocultar la identidad del verdadero escritor. Si es reconocido como coautor o en el prefacio del libro, el escritor fantasma queda al descubierto y deja de funcionar como tal.
Bajo la ley. Beaty condena con razón esta práctica, pero no va lo suficientemente lejos. Considere la escritura fantasma según los Diez Mandamientos (Éxodo 20:1-18), que resumen la ley moral de Dios.
En primer lugar, publicar un libro con el nombre de una persona que no lo ha escrito es dar falso testimonio, infringiendo así el Noveno Mandamiento. Es una mentira descarada, por muy común que sea. Al público comprador se le engaña y se le aprovecha.
En segundo lugar, esta trampa es también un robo, lo que infringe el octavo mandamiento. El pseudoautor roba el crédito al verdadero autor. Esto es aplicable incluso cuando el escritor fantasma consiente en ello, ya que la propiedad se toma por menos de lo que vale. El falso autor también está defraudando a los que compran el libro, ya que piensan que él o ella es el verdadero autor.
En tercer lugar, una mentira de este tipo revela codicia, ya que el famoso quiere que se le reconozca el mérito de algo que no ha creado. El pseudoautor codicia ser autor y escribir un libro. Se incumple el Décimo Mandamiento (como siempre que se incumple cualquiera de los otros nueve mandamientos).
Conozco a una celebridad cristiana del ministerio de consejería que es el supuesto autor de más de cien libros. Pero, en realidad, no ha escrito casi ninguno de ellos. En este caso, el nombre de la persona aparece en el libro con el nombre del verdadero autor. Pero sigue siendo una mentira, ya que el célebre autor no ha escrito nada del libro y, en algunos casos, ¡ni siquiera lo ha leído entero! Pero se trata de un intercambio financiero. El autor poco conocido pero verdadero saca provecho de la fama del pseudoautor.
Gritado desde los tejados. Beaty revela que los fantasmas están por todas partes. Añadiré que es necesario un exorcismo a fondo. Hay que espantar a las editoriales embrujadas. Algunas celebridades van tan lejos como para que sus fantasmas escriban endosos y prólogos de libros, a veces sin leer los libros o incluso los endosos y prólogos (p. 105). ¿Dónde está el temor de Dios en esto (Proverbios 1:9; Eclesiastés 12:13-14)? Dios no puede ser burlado y lo revelará todo al final. Como Pablo advirtió a Timoteo (y a todos nosotros): «Los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después. Asimismo se hacen manifiestas las buenas obras; y las que son de otra manera, no pueden permanecer ocultas» (1 Timoteo 5:24-25).
Aunque Famosos por Jesús expone los abusos de la fama por parte de los líderes cristianos, no lo hace para impresionar, sino para advertir de los peligros de la fama y recomendar un camino mejor. El capítulo final, «El Mesías oscuro y la fidelidad ordinaria», recomienda humildad para el ministerio y se basa en el relato de Henri Nouwen sobre Jesús rechazando las tentaciones de relevancia, espectáculo y poder cuando fue tentado por el diablo en el desierto. Beaty escribe: «En una época en la que gran parte de la Iglesia estadounidense se ha limitado a imitar los conceptos mundanos de poder, apostando por lo más grande, lo más ruidoso y lo más brillante, tenemos que volver a lo pequeño, lo tranquilo, lo que no está de moda y lo ordinario» (p. 168). O, como dijo Jesús: «Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Mateo 20, 25-28).
Aunque muchas de las ideas de este libro ya habían sido expuestas en la década de 1990 por críticos como Os Guinness «Cenando con el diablo» (Dining with the Devil) y Douglas Webster «Vendiendo a Jesús» (Selling Jesus), el autor actualiza el debate y ofrece sabiduría preventiva sobre la resistencia a la mundanalidad en el ministerio. A excepción de algunas pocas charlatanerías (p. 71, 75) y comentarios bromistas gratuitos (p. 80-81, 146), Famosos por Jesús es un tratamiento sobrio y perspicaz de un mal moderno que todos debemos evitar. —Douglas Groothuis.
El doctor Douglas Groothuis es profesor de Filosofía en el Seminario de Denver. Es autor de 15 libros, entre ellos «Fuego en las calles» (Fire in the Streets) (Salem, 2022) y «Apologética Cristiana» (Christian Apologetics), Segunda edición. (InterVarsity Academic, 2022).
Notas:
- Tucker Carlson Tonight, Fox News, 6 de octubre de 2022. Véase la transcripción, «Tucker Carlson: ¿Está loco Kanye West? Sea usted el juez» (“Tucker Carlson: Is Kanye West Crazy? You Be the Judge”), Fox News, 11 de octubre de 2022, https://www.foxnews.com/transcript/tucker-carlson-kanye-west-crazy-judge.
- Todas las citas de la Escritura provienen de la Versión Reina Valera 1960.